El pueblo purépecha que corrió a los partidos políticos y el crimen organizado
Por Redacción/Somos el medio
Cherán K’eri, es una comunidad indígena purépecha de más de 19 mil habitantes que se ubica en el estado de Michoacán, México. En el año 2000, el crimen organizado comenzó a infiltrarse en la comunidad, principalmente en el negocio ilegal de la tala de bosques, asesinando y desapareciendo a todo aquel que intentara defenderlos.
Se estima que del año 2000 al 2011, más de 20 mil hectáreas de bosque fueron devastadas por los talamontes, afectando a la fauna y a la vida comunitaria de Cherán. Habitantes de la comunidad cuentan que la gente vivía aterrorizada, enclaustrada en sus casas, dejando a Cherán como un pueblo fantasma.
Hartos de que las autoridades municipales y estatales no actuaran ante la inseguridad, y que los partidos políticos “solo dividieran a la comunidad”, un grupo de mujeres decidió poner un alto.
El 15 de abril de 2011, cansadas de ver como los talamontes (protegidos por La Familia Michoacana) destruían sus bosques, iniciaron la lucha por defender su territorio.
“Cuando nosotras fuimos estaba todavía oscurita la mañana, eran como las 6:30 de la mañana. Estaban dando las campanadas porque iban a dar misa (…) Éramos cinco mujeres nomás de aquí de este barrio, puras señoras; habían unos cuantos señores pero en su mayoría pura mujer (…) Correteamos los carros a puras pedradas, una señora hasta se tropezó y se raspó toda la rodilla porque el carro le dio de reversa…”, cuenta una de las mujeres que participo en el levantamiento.
La iglesia del Calvario, en el tercer barrio de Cherán, fue el lugar donde las mujeres impidieron el paso a los camiones cargados con madera talada ilegalmente, incendiándolos y deteniendo a cinco de los taladores ilegales.
Desde esa noche, el pueblo instaló más de 190 fogatas y cuatro barricadas, colocadas en cada una de las entradas al pueblo, para controlar el ingreso a la comunidad.
“En cuanto tocaban las campanadas la gente tomaba sus machetes o palos, lo que pudieran, y salían corriendo a apoyar a las fogatas”, recuerda una de las mujeres que participó en el movimiento.