¿Dónde voy a vivir? La preocupación de los damnificados que permanecen en albergues
Por Redacción/Sin embargo
La preocupación principal de quienes perdieron su vivienda es cuánto tiempo pasarán en el albergue y si volverán a tener un hogar.
Quince días después del sismo, cientos de personas que perdieron su vivienda viven en la incertidumbre. Quienes continúan en albergues así resumen su situación:“estamos en la lona”, “no sabemos qué pasará con el edificio”, “solicito un crédito para vivienda”.
María Elena Morales, de 64 años, era conserje de un edificio en VéVértiz y Viaducto que resultó con daños severos y fue desalojado por personal de Protección Civil. Desde el 21 de septiembre abandonó el cuarto que fue su hogar durante 32 años y ahora vive en el albergue de la delegación Benito Juárez junto con más de 200 personas.
“No sé si se arregla el edificio o no, no sé si voy a poder regresar”, dice María Eugenia, que trabajaba también como empleada doméstica. En la última semana le han llamado para hacer servicios, pero dice que no quiere salir del albergue por mucho tiempo, pues quiere estar ahí cuando hagan censo de quiénes serán beneficiarios de algún programa de vivienda.
“Yo le pido al presidente, a alguna autoridad que se me dé la oportunidad de un crédito para una vivienda para mi nieta y yo”, dice.
El chaleco oscuro y el suéter de cuello de tortuga que usa son parte de las donaciones que ha recibido en estos quince días, en los que no le ha faltado techo y comida, pero su preocupación es el futuro: ¿dónde vivirá?
Fue al Instituto de Vivienda del Distrito Federal (INVI), ahí le dijeron que debía registrarse en la página de internet, aunque ella no sepa manejar una computadora.
Aunque María Elena conoce el programa de ayuda para renta del gobierno capitalino, no le parece buena opción porque “no quiero que me la regalen, quiero que me den la oportunidad de tener una vivienda e irla pagando”.
Asegura que la han tratado bien en el albergue, incluso, la ayuda psicológica y las terapias de acupuntura le han servido en los últimos días. Sin embargo, nada se compara con tener un hogar, por más humilde que fuese.
Al albergue han llegado hasta 400 personas a pasar la noche. Todos duermen en colchones colocados en el espacio que hasta antes del 19 de septiembre era usado para juegos de basquetbol y prácticas de gimnasia.
El área habilitada como comedor tiene una docena de mesas de plástico y bancos de colores donadas por un voluntarios. La comida la llevan ya lista para servir en los horarios establecidos para el desayuno, comida y cena.
Aunque María Elena tiene tres hijos de 45, 44, y 34 años, cada uno “ya hizo su vida”. Uno de ellos, incluso, vive en Cuernavaca y su casa también resultó dañada. Los otros dos viven con más familia, por lo que ella se niega a mudarse con ellos.
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