México sella sus fronteras con Guatemala ante la llegada de la nueva caravana migrante
Pablo Ferri/El País
En el paso de El Ceibo, en Tabasco, las autoridades cierran el paso durante horas y luego lo abren a cuentagotas. Algunos se echan a la montaña para intentar burlar a las autoridades.
Llueve en la frontera de El Ceibo y nadie tiene dónde guarecerse. Solo unos plásticos, hojas finas de árboles jóvenes, una plancha de metal oxidada. Algunos ni siquiera lo intentan, se quedan en medio del camino, frente a la valla fronteriza, sus barrotes blancos y su alambre de púas. Sobre la valla hay un cartel que dice ‘bienvenido a México’, frase que ha perdido todo el sentido en un lugar como este. Hay cientos de hombres, mujeres y niños, quizá hasta mil: es la nueva caravana migrante que sube de Honduras e intenta llegar a Estados Unidos. Jóvenes flacos como huesos de pollo, muchachas hastiadas con las chanclas perdidas de barro.
Desde octubre de 2018, caravanas como esta se forman en Centroamérica para llegar al norte. La primera, la más grande, empezó a subir de Honduras en octubre de 2018, con miles de migrantes, sobre todo de Honduras, pero también de Guatemala y El Salvador. Es el triángulo norte centroamericano, acaparador de tasas altísimas de violencia y pobreza. Desde aquella han habido otras, pero esta es de las primeras que se organiza tras la firma de pactos entre Estados Unidos y México y los otros tres países para tratar de contener el flujo migratorio