El terror los echa de su hogar, y la miseria los persigue a su paso. Son los desplazados de Sinaloa
Por Redacción/Sin embargo
a necesidad más urgente para estas familias, que se han visto afectadas por la violencia en el estado, es la vivienda. “Por lo menos unas 300 viviendas se necesitan para ayudar a esta gente. Si hay dinero para el malecón y para los estadios, ¿por qué no habrá para ellos?”, cuestiona Miguel Ángel Gutiérrez, del Movimiento Amplio Social Sinaloense. El gobierno de la entidad anunció que comenzará un censo de las personas afectadas para armar un programa de mitigación de los daños de la violencia.
Por Sibely Cañedo
Ciudad de México, 12 de junio (SinEmbargo/Noroeste).- Una fecha se ha quedado en la memoria de los pueblos serranos del municipio de Concordia. El 28 de julio de 2017, ocho jóvenes de una misma familia fueron asesinados en el poblado de Potrerillos camino a Los Ocotes, cinco de ellos decapitados. El terror cundió en todos los Altos. “Era el infierno”, recuerda Viviana.
“No había causa aparente para matar, no respetaban a nadie, ya no se podía vivir sin miedo”. Algunos bajaron a la sindicatura de Villa Unión y otros a Mazatlán, donde para ellos comenzó otro infierno. Los 47 grados que se sentían en el puerto los hicieron extrañar el clima refrescante que caracteriza a las comunidades alteñas, rodeadas de pinos, de flores y árboles frutales.
Después de vivir cerca de las nubes, a casi 2 mil metros de altura, aquí abajo sobre el nivel del suelo, el calor cala.
Huyendo con lo que traían puesto, las opciones más viables de vivienda eran en la periferia de la ciudad, o en asentamientos irregulares, donde la renta es baja o no se paga renta, aunque sí hay que aportar cuotas.