Familiares reclaman indolencia de Peña ante desapariciones; piden justicia.
Paola Ramos / Cencos
Antes del mediodía de este 30 de agosto, cuando el sol casi llegaba a su punto, siluetas de cartón de personas sin rostro fueron colocadas en el Monumento a Cuauhtémoc, en la capital del país. Padres, hermanos, hijos y amigos las llevaron ahí en representación de quienes aman: personas que un día salieron de casa y no volvieron más. Desaparecieron.
Es el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada.
La conmemoración ha reunido a decenas de familiares y organizaciones sociales para recordar a la administración peñista, ya cerca de su fin, que ellos continúan vigilantes, exigentes, heridos; pues todos, algunos más tiempo que otros, han buscado incesantemente saber algo de sus seres queridos. Hay quienes han enterrado sus uñas en la tierra para encontrar, de menos, una pista o un hueso que les lleve a quien quieren.
“Vivo o muerto lo queremos”, decía uno de los muchos letreros elaborados por los familiares, que pendía de una de las siluetas color negro.
Al mes de abril de este 2018, el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) reportó 37 mil 435 personas no localizadas, de las cuales no existe claridad sobre cuántas corresponden a personas no localizadas, cuántas a extraviadas, a desaparecidas o a víctimas de desaparición forzada.
Pero para los familiares que se reunieron este agosto bajo un ardiente sol no hay distinción: el común es la ausencia, la espera, la incertidumbre sobre el destino de los suyos y la respuesta deficiente -si es que se las dio- de un Estado que no les ha garantizado su presentación con vida. Por eso se pronuncian una vez más.
“Este día es, por una parte, un momento para recordar solemnemente y solidarizarnos con quienes han sido víctimas de esta práctica ignominiosa, contraria a la dignidad humana y que implica la negación absoluta de todos los Derechos Humanos; pero también es una fecha que confronta y que cuestiona”, dijo ante los asistentes Ismael Eslava, primer visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
“Confronta, porque el tiempo sigue pasando y todavía no se han generado las condiciones adecuadas para dar la debida atención a esta problemática, lo cual refleja, en los hechos, falta de interés y voluntad de diversas autoridades de los distintos órdenes de gobierno para atender los legítimos reclamos de las víctimas y de la sociedad para que la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición lleguen a todos los casos”.
La voz de Eslava reflejaba indignación. Terminado su mensaje, Yolanda Morán, integrante del Movimiento por Nuestros Desaparecidos y quien desde hace una década busca a Dan Jeremeel, su hijo, realizó el pase de lista de hombres, jóvenes y mujeres de quienes aún no se sabe nada.
“Daniela Mabel Sánchez Curiel”, gritaba al micrófono Yolanda. “¡Presente!”, respondían todos. “Benjamín Ulises Medina Orozco… Ángel Gabriel Tobón… Abril Selene Calvillo Rodríguez… Juan Serafín Hernández… Cristóbal Jiménez Granados… Lizbeth Hernández Cervantes… Gonzalo Garduño Núñez…”
La lista es interminable y hiere a familias en todos los rincones del país. Las más, en Tamaulipas, con 6 mil 131 víctimas, seguidas de las originarias del Estado de México, con 3 mil 918 casos; Jalisco, con 3 mil 362 casos; Sinaloa, con 3 mil 27 casos y Nuevo León, con 2 mil 895.
Estos se encuentran entre los 36 mil 265 casos del fuero común, es decir, responsabilidad de instancias de justicia estatales. En lo que respecta al fuero federal, cuya investigación se realiza desde la Procuraduría General de la República (PGR) se trata de mil 170 casos.
En repetidas ocasiones familiares han insistido con que sus desaparecidos no son cifras. Son personas con rostros, sueños, futuro y familias. Este jueves lo hacen una vez más de forma simultánea en al menos una decena de entidades del país, con eventos como el que se realiza sobre el emblemático Paseo de la Reforma.
“Hemos encontrado miles y miles de restos, que para nosotros son tesoros que estamos sacando de debajo de la tierra (….) Pero tenemos que obligar al gobierno a que le dé identidad a esos restos que estamos sacando”, dijo durante su intervención María Herrera Magdaleno, mamá de cuatro desaparecidos y fundadora de Familiares en Búsqueda María Herrera A.C.
“Se necesita la buena voluntad, se necesita poner todo el corazón y todas las estrategias que ellos tengan a su alcance (…) no es justo que más bien la gente de la sociedad esté haciendo este trabajo”, reprochó.
El sol no cesaba. Las siluetas negras se duplicaban al hacer sombra.
Uno tras otro se pronunciabna por los suyos y en cada voz había rabia, por un Estado indolente; fuerza, por una búsqueda incesante; esperanza, por un ser al que esperan; y dolor, que nunca se irá hasta dar con su paradero.
“El mismo dolor saca el coraje, entonces eso es lo que nos tiene aquí (…) la única forma de sentirse menos mal por no tener una parte de su vida es justamente el salir a expresar ese dolor, esa indignación y convertirlo en lucha”, sostuvo Grace Fernández, de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México, hija de Yolanda Morán y hermana de Dan Jeremeel.
“Se les olvida que buscamos a personas que tienen familias que los aman y eso es los que nos mantiene con la esperanza de encontrarlos un día… con vida… pero si Dios decide que sea otra cosa lo importante es encontrarlos, castigar a los responsables y evitar que esto siga sucediendo”.
Se fueron ellos y se quedó el sol. El mismo que hoy tal vez abraza a sus desaparecidos, dondequiera que estén.