¿Despertará la propuesta de una candidatura indígena más discriminación en México?
Por Omar García Velásquez
A finales de mayo del presente año fue nombrado el Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y su vocera, la indígena nahua de Tuxpan, Jalisco, María de Jesús Patricio Martínez, como parte de una controvertida propuesta anunciada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI) desde finales del año pasado.
En las últimas semanas han tenido lugar numerosos eventos refiriéndose al caso y algunos medios de comunicación, como Aristegui Noticias, han entrevistado a la vocera, mostrando apertura e interés. Por otro lado, han surgido también muchas opiniones al respecto que rayan en la discriminación y el estigma sobre esta persona a partida triple: por ser mujer, indígena y pobre.
Esto nos lleva a poner sobre la mesa la cuestión del derecho de los pueblos indígenas y de las mujeres, debido a que el país padece en gran medida un alto índice de discriminación, marginación y, en los últimos años, de feminicidios.
Son muchas las personas que se han planteado este problema que habrá de enfrentar la propuesta zapatista en la palestra nacional, sobre todo en política, terreno en el cual más que hablar y debatir las propuestas de cambio, hemos presenciado la tendencia a las descalificaciones más desorbitantes a diestra y siniestra.
Pareciera que la política se ha convertido en vehículo hacia la discriminación sistémica que afecta a nuestro país de un rincón a otro.
Considero de vital importancia el tema debido a que los grupos indígenas, ya de por sí, se encuentran en una situación de vulnerabilidad. Darles voz en un contexto como el actual es desafiar superestructuras que permanecen ahí, veladas, escondidas en un clóset esperando manifestarse.
Si hacemos un poco de memoria hacia las encuestas que se hacían en la pasada contienda electoral en Estados Unidos, seguramente pudimos percibir la innegable realidad de que estas no revelaban exactamente la afinidad por el racismo Trumpniano, ¡pues ninguna persona estaría dispuesta a declararse públicamente racista!
En México como en Estados Unidos, lejos de las encuestas, muchas personas esconderán su tendencia discriminatoria y racial con argumentos como: ¡Es una propuesta sin alcances! ¡Es una mujer que no tiene experiencia! ¡Los usos y costumbres no son aplicables al conjunto de la realidad mexicana! ¡Quieren que todos seamos pobres! ¡Si de verdad propugnan por una mujer ahí está Margarita Zavala!
No es desconocida la historia en cuanto a que las mujeres tomen parte en las decisiones de sus países. En México las mujeres votaron por primera vez en 1955, después de una larga lucha por hacer valer sus derechos en ese terreno. Pero atrás o abajo quedaron los derechos de estas otras mujeres pertenecientes a los pueblos indígenas y pobres.
Pero lo que queremos destacar es el terreno fértil que se creará, no en cuanto a la aceptación y los efectos que una propuesta así tenga en política, sino de los sentimientos, sentires, reacciones y acciones que existen entre la población mexicana, sus líderes de opinión, etcétera.
Hace unos días veía una entrevista que Milenio realizó a la vocera del CIG, y justo al inicio el entrevistador aludía a su nombre, vinculándolo con la religión católica: “En el nombre llevas la penitencia… los obispos deben estar bendiciéndote… ¿El subcomandante Galeano te dice qué hacer?”, remató. De alguna forma, tratando de hacer entender que esta mujer no sería capaz de pensar, hablar y hacer por sí misma.
Es importante empezar a reflexionar sobre la violación a los derechos humanos a la igualdad y a la no discriminación, porque está claro que el proceso electoral podrá medir exactamente nuestros niveles en ese sentido, pero no hay duda que será sobre el pellejo de miles de mujeres pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas que hoy se apresuran a levantar la voz.