Por Viridiana Ramírez
@yavirarom
Esta nota se publicó originalmente en The Mexican Times el 25 de mayo de 2017.
“Gobierno fascista, que matas periodistas”, “Javier no murió, el narcogobierno lo mató; Javier no murió, el narcogobierno lo mató”, eran las consignas que se escuchaban frente a la Secretaría de Gobernación al atardecer del día siguiente tras la trágica noticia.
El pasado 15 de mayo, 12 balazos acabaron con la vida de Javier Valdez, el quinto periodista en el año al cual se le ha arrebatado la vida por ejercer su trabajo, por informar. Este hecho no es algo nuevo, pues somos parte de una sociedad que ha aceptado este tipo de actos como habituales, como parte de la vida cotidiana. La violencia se ha vuelto parte de nuestro día a día y la corrupción una barrera para alcanzar la justicia.
La muerte de Javier conmocionó a México, las portadas de los periódicos encabezaban con la noticia, las redes sociales se inundaron de mensajes exigiendo justicia bajo hashtags como #NoAlSilencio, #NiUnoMás, #NoNosVanACallar; y es que su muerte representa un ejemplo claro de la violación que existe a la libertad de expresión, a la prensa y a todas aquellas personas que luchan por un país en donde exista la verdad.
Ser periodista se ha convertido en una profesión de alto riesgo por diversos motivos: el narcotráfico que aplica castigos por notas que los señalan, funcionarios que buscan silenciar las críticas, e incluso por fuerzas policíacas que de manera arbitraria detienen reporteros cuando hacen su trabajo.
A pesar de que muchos periodistas han recurrido al mecanismo de protección de la Secretaría de Gobernación, esto no ha ayudado, pues aun así han sufrido amenazas y agresiones.
Enrique Peña Nieto, tras lo sucedido con el periodista Javier Valdez y las muchas más agresiones y asesinatos en contra de periodistas, habló sobre acciones para garantizar la libertad de expresión. En este evento sucedió algo que para muchos era inédito: el Presidente de la República pidió un minuto de silencio por “todos aquellos periodistas y personas defensores de derechos humanos que en el ejercicio de su tarea, de su lucha, han caído en el cumplimiento de ese deber”. Al terminar de decir estas palabras e iniciar el minuto de silencio, reporteros y periodistas que cubrían el evento comenzaron a gritar, pues el silencio ya no era suficiente: “Justicia, ¡no más discursos! ¡Que se abran carpetas de investigación!”.
Este acto es una muestra del hartazgo de una sociedad fracturada, dañada por la violencia desmedida y una nula efectividad por parte del gobierno al garantizar la seguridad y la justicia. Según Artículo 19, 19.53% de las agresiones a periodistas provienen de poderes políticos; en el gobierno de Javier Duarte la suma ha sido desgarradora con 17 periodistas asesinados, incluyendo el asesinato del periodista Rubén Espinosa.
Los medios de comunicación son los encargados de informarnos sobre la realidad que vive nuestro país, la libertad de expresión y de prensa son derechos de la sociedad mexicana; sin embargo se nos han violado estos derechos por una prensa que esta controlada por un estado autoritario y dominante al cual no le conviene que estemos enterados del mal manejo que están haciendo de su poder.
Nos están censurando, nos están callando, y cuando señalo esto no me refiero sólo a la prensa, nos están callando a todos. “Sin periodistas no hay periodismo, sin periodismo no hay democracia”.