A la opinión pública
A la Sociedad Civil
A los Pueblos de México
Enrique Peña Nieto ha decidido proseguir con la aplicación de un proyecto político que radicaliza el despojo del territorio nacional y los derechos sociales del pueblo mexicano a nombre del combate al narcotráfico, coartada utilizada por Felipe Calderón que radicalizó la militarización del país y el uso de bandas delincuenciales para sembrar terror, inseguridad y violación sistemática de los derechos humanos.
La masacre de Iguala y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, entre otros cientos de crímenes colectivos, son actos emblemáticos del terrorismo de Estado; de una táctica y estrategia para asesinar, torturar, desaparecer y encarcelar a miles o cientos de miles de opositores al régimen. Iguala-Ayotzinapa es el preámbulo de la implantación completa de la dictadura cívico-militar que se viene abriendo paso con la anuencia y asesoría de los gobiernos estadounidenses, dictadura que pretenden legalizar con la nueva Ley de Seguridad Interior.
Hemos vivido además por años una guerra sucia, una violencia sin límites contra las mujeres, que se expresa en la violencia familiar, el acoso, la discriminación laboral y la desigualdad de derechos, la persecución y encarcelamiento de compañeras en lucha, los feminicidios. Todo ello producto del machismo, los valores de una sociedad patriarcal y la violencia de un Estado que sabe que las mujeres representan no sólo la base de los lazos familiares, comunitarios y sociales, sino un factor fundamental para avanzar hacia la lucha política del pueblo, hacia la unidad popular frente a un momento de crisis social y económica como la que se vive hoy en el país, en donde también las mujeres decimos ¡ya basta!, dejando en claro que nunca más se permitirá que se dé un paso más sin nosotras.
Iguala-Ayotzinapa es la otra cara de las Reformas Estructurales, ratifica la decisión de la alta burocracia estatal, de las gerencias trasnacionales y del Estado yanqui-mexicano de llevar a extremos insospechados una política económica que terminará por despojarnos de nuestros ingresos, del patrimonio público y de los bienes naturales. Pero también es un hito en la historia de México que abre un nuevo panorama de la lucha de clases de las amplias masas populares frente al Estado, que conjuga, dialecticamente, luchas y resistencias por la abrogación de la “reforma educativa” que ha sostenido los últimos años la CNTE, el grito de las mujeres por frenar la violencia, el combate de pueblos y comunidades en defensa de la tierra y el territorio y a tantas expresiones del hartazgo generalizado que se vive en el país, cansado del despojo y el terrorismo de Estado. El gasolinazo de principios de año es sólo el anuncio de lo que viene en las próximas semanas, de la carestía generalizada, del incremento constante de los precios de la gasolina, el gas, la electricidad, el agua, el transporte, alimentos y de todos los servicios y productos de consumo básico.
Además, la economía mexicana se encamina a la recesión en medio en un escenario mundial de crisis que impactará severamente a los Estados Unidos, economía a la que la clase política y las corporaciones empresariales locales ataron los destinos de México. Los próximos años la crisis social que ya vivimos habrá de dispararse, el desempleo, la caída de los ingresos de las y los trabajadores y de las clases medias estarán acompañados de una nueva escalada de violencia, de degradación, militarización y terrorismo de Estado, si no se produce un cambio de régimen económico, político y social. Si no detenemos y revertimos el curso de las reformas neoliberales, que tras su imposición se han profundizado el despojo y las privatizaciones de las empresas y bienes estratégicos de la Nación: tierra, energía, telecomunicaciones, minería, petroquímica, farmacéutica, automotriz, metalurgia, biotecnología, informática, salud, educación y medios de comunicación; si no paramos la destrucción de nuestras comunidades nacionales. Si no ponemos término a la partidocracia y a un sistema político que acabó por convertirse en un protectorado bajo el dominio estadounidense y en un gestor de los intereses de las corporaciones trasnacionales, locales y foráneas, que viven de la explotación y la opresión de las y los trabajadores y de la dominación patriarcal y neocolonial.
La crisis actual es de tales dimensiones que no tiene salida con un arreglo entre las elites políticas y económicas que la produjeron, la solución no puede venir de los de arriba, de un simple cambio de titular del ejecutivo y de partido de gobierno, producto de un nuevo pacto oligárquico que pretende renovar la composición de la vieja clase política y burocrática que controla el aparato estatal y el gobierno. La salida a la crisis sólo podrá venir de un nuevo gobierno forjado desde la base de nuestras comunidades de vida y del trabajo de nuestros pueblos, desde una ciudadanía-colectiva libre, comprometida con el bienestar de las mayorías nacionales, con la soberanía y la independencia política, económica y cultural de México, con la unidad internacionalusta latinoamericana-mundial, de sus pueblos y formaciones culturales.
A Peña Nieto y a su gobierno le tienen sin cuidado que su nivel de aceptación sea sólo del 10 por ciento o menos, que para la mayoría de las y los mexicanos radicados dentro y fuera del país haya dejado de ser presidente de México. A los diputados, senadores y a los partidos políticos que apoyan al régimen también les tiene sin cuidado conspirar y votar contra la mayoría de nosotras y nosotros, los casi 130 millones que habitamos el territorio nacional, sin tomar en cuenta a las decenas de millones que viven en los Estados Unidos y Canadá. Y como muestra basta mencionar la más reciente proeza de la clase política, que fue reducir al 50 por ciento las percepciones a las que tenían derecho las y los trabajadores en situación de enfermedad.
A los oligarcas socios de las trasnacionales, a los intelectuales del sistema, a los medios de comunicación expertos en fabricar mentiras, a los funcionarios y burócratas encumbrados que promovieron la marcha de la falsa Sociedad Civil, el “Vibra México” en apoyo a Peña Nieto, les tienen sin cuidado la carestía, los despidos masivos, la destrucción de los derechos a la salud, educación, pensión, tierra, vivienda; les tiene sin cuidado la entrega de nuestros bienes públicos y naturales porque ellos son parte de quienes nos han despojado, la base social de las trasnacionales, de la dominación estadounidense en México. Su llamado a la Unidad Nacional contra Trump es un engaño, es la trampa del ladrón que grita ¡al ladrón, al ladrón! para distraernos.
Quienes organizaron la marcha de apoyo a Peña Nieto son el ladrón, son el enemigo de las y los mexicanos, los responsables del desastre nacional, del debilitamiento de nuestro país; sus disputas con Donald Trump y los grupos de poder estadounidense que acaudilla, es una disputa entre mafiosos, entre criminales de cuello blanco que regentean a las bandas del narcotráfico, el comercio de personas y los desfalcos de las arcas públicas, es una disputa entre criminales de lesa humanidad. El problema de Peña Nieto y quienes lo respaldan es que el padrino mayor, Donald Trump, les subió la cuota por el derecho de piso. Trump y los criminales que encabeza quieren una tajada mayor del despojo, una participación más jugosa de lo robado a las y los mexicanos y nos quieren usar de carne de cañón para que defendamos a quienes han jugado un papel servil e indigno en su calidad de supuestos representantes de México, cuando en realidad las cúpulas oligárquicas que financiaron y promovieron la marcha por Peña Nieto hace mucho que dejaron de ser mexicanos, hace mucho que son agentes del imperialismo, partidarios extremos de los valores imperiales promovidos desde las elites estadounidenses, principales causantes de la explotación y el sufrimiento de naciones y pueblos, los principales responsables de la destrucción del planeta. Sabemos que entre los escasos participantes del “Vibra por México” participaron muchas personas de buena fe, a ellas las invitamos a que rechacen a los responsables más visibles del desastre nacional, a Peña y Trump.
La crisis, una de las peores de nuestra historia, solo comparable a la desatada por la invasión española y europea hace más de 500 años y similar a las que precedieron las guerras de Independencia, Reforma y Revolución, sólo podrá superarse con la unidad nacional de las y los agraviados. Lo del gasolinazo es solo el preámbulo de la profundización del desastre humanitario; la pobreza y la violencia fabricada por los neoliberales crecerán sin mayor freno que el puesto por la lucha de clases, los combates y las resistencias ciudadanas. No existe otra salida para la sociedad civil y lis pueblos que la unidad y la organización de los procesos que nos lleven al levantamiento civil pacifico que entre otras acciones habrá de incluir paros cívicos nacionales, la huelga general y la recuperación de nuestros territorios, con miras a derribar el actual régimen político. En esa línea recogemos el grito nacional de ¡Fuera Peña, que se vayan todos!
Por estas razones, nos convocamos y convocamos al Encuentro Nacional por la Unidad del Pueblo Mexicano el 1 y 2 de abril de este 2017. Porque soñamos construir juntos y de manera colectiva, un plan común, una ruta para avanzar en la unidad nacional de quienes estamos contra el gasolinazo, la carestía, las reformas estructurales, el terrorismo de Estado, por la presentación con vida de todos los detenidos-desaparecidos, por la liberación de los presos políticos y para ¡que se vaya Peña Nieto y que se vayan todos!
Vamos a discutir la convocatoria a un proceso de lucha contra el gobierno y las trasnacionales responsables de la crisis. Vamos a construir un proyecto de gobierno y de nación desde las y los trabajadores del campo y la ciudad, las y los obreros las y los campesinos, las y los estudiantes, las y los intelectuales, las y los jóvenes, las y los niños; desde sus comunidades y pueblos originarios, sus organizaciones de mujeres, del respeto a las comunidades sexo género diversas; las clases medias y los empresarios comprometidos con la democratización del país, la justicia y la soberanía nacional.
Particularmente vamos a trazar un plan con iniciativas de movilización popular y acciones legales, nacionales e internacionales para exigir la renuncia, la revocación de mandato o lo que proceda para que Peña Nieto abandone la presidencia, y pueda ser llevado ante la ley para que junto con otros criminales como Felipe Calderón sean juzgados y castigados. Todo esto será puesto a consulta pública, llevado a las instancias legislativas y de justicia como un aspecto de las movilizaciones populares, de la desobediencia civil pacífica, de la suspensión de pagos al fisco, del boicot a las trasnacionales locales y foráneas, de la liberación de casetas, de paros estudiantiles y laborales, de recuperación de territorios y de la instrumentación de nuevas formas de economía social y popular, de la puesta en marcha de nuevas formas de gobierno desde la base.
Por ello invitamos a construir este proceso de unidad, superando las dificultades que ha tenido el movimiento social en anteriores experiencias históricas de articulación nacional a sumarse a este Encuentro, a que participen las y los trabajadores, campesinos, indígenas, maestros, los colonos, estudiantes, artistas, escritores e intelectuales, pequeños productores, pequeños empresarios, las mujeres, las y los jóvenes, ancianos y niños, es decir, de las amplias masas populares y la sociedad civil unificada como hacedores de la historia y la riqueza del país.
Asamblea Nacional Popular, Asamblea Nacional de Articulación de los Trabajadores del Campo y la Ciudad y Asamblea Nacional de las Resistencias Ciudadanas