Espionaje de periodistas mexicanos: una investigación sobre el rentable negocio del ciberespionaje
Redacción/Aristegui Noticias
A pesar de los sucesivos escándalos, la industria mundial de la cibervigilancia, apoyada por algunos intermediarios con muy buenos contactos, sigue proporcionando a México tecnologías cada vez más invasivas. Varios periodistas han sido blanco de estos instrumentos, sin que ningún responsable mexicano haya sido cuestionado. Veracruz, estado que cuenta con el mayor número de periodistas asesinados, incluso Regina Martínez, hasta instauró una unidad de espionaje ultraequipada, que tenía en la mira a esta profesión.
El mensaje pasó inadvertido, pero oculta una operación de vigilancia de muy alto nivel, con tecnología de punta. O, al menos, ese era el plan. En la primavera de 2016, el periodista mexicano Jorge Carrasco acaba de pasar varios meses investigando los Panama Papers para la revista Proceso. Estando en plena faena, investigando a los clientes mexicanos del tristemente célebre bufete panameño Mossack Fonseca, recibe un mensaje de texto de un número desconocido: “Buena tarde Jorge, paso a compartirte la nota que publica hoy Animal Político y parece importante retomar”. Y el mensaje viene con un enlace. “¿Quién eres?”, pregunta el periodista. El emisor no responderá jamás.
¿Qué hay tras este misterio?: se trataría de una tentativa de intromisión del programa informático espía Pegasus, vendido por la sociedad israelí NSO Group a varios clientes miembros del gobierno mexicano. Es lo que concluyó el análisis técnico realizado por el equipo de especialistas de seguridad digital de Amnistía Internacional, en colaboración con Forbidden Stories. Este enlace, si se hace clic en él, permite instalar un software invisible que capta todos los datos del teléfono, particularmente los mensajes de texto, y permite activar a distancia su micrófono y su cámara. Un atentado temible contra un periodista.
“En ese entonces, me había llamado la atención ese mensaje, pero recibía muchos de este estilo”, recuerda hoy el periodista, que actualmente es el jefe de redacción de la revista Proceso.