Los jóvenes en México responden al olvido con activismo… y otros por la vía de la violencia, alertan
Por Redacción/Sin embargo
En la actualidad, las juventudes mexicanas no forman parte sustancial de la agenda de gobierno, porque en México, se olvida que son una minoría vulnerable, dijeron a SinEmbargo especialistas consultados.
En este contexto de “olvido” y de “abandono” sistemáticos, los jóvenes se dirigen a un activismo de protesta desde un sentimiento de hartazgo y no desde las instituciones –incluidas las ideologías–. Un fenómeno potenciado por el desarrollo tecnológico, sobre todo a raíz de la llegada de las redes sociales.
Y por otro lado, las juventudes se dirigen a un ambiente violento, ya sea como víctimas o victimarios, no fuera que se vieran obligados a emigrar en busca de mejores condiciones de vida, a pesar de volverse altamente vulnerables “en todo ámbito”, explica la Secretaría de Salud. Así pues, por el lado de lo negativo, las juventudes también se encaminan a sufrir o a reproducir “lo peor de nuestra Nación”, comentan los expertos.
SinEmbargo analiza en cuatro entregas la realidad que enfrentan 30.6 millones de jóvenes en México, 25.7 por ciento de la población, y la brecha de carencias y oportunidades que los margina día con día.
Ciudad de México, 16 de febrero (SinEmbargo).- Las juventudes mexicanas han sido “abandonadas” por el Estado, refieren antropólogos y politólogos consultados por este medio digital. La marginación social y la falta de inclusión de este sector poblacional, lleva a los jóvenes a formar parte de entornos de violencia que los vuelven víctimas o victimarios, o que los hacen emigrar. O también los llevan a actuar y a organizarse, no por ideología o identidad social, sino para dar solución a las necesidades que nadie más atiende.
Para entender a dónde se dirige la cuarta parte de la población mexicana que representan poco más de 30 millones de jóvenes, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), es necesario entender su presente.
Hablamos de una minoría vulnerable que se enfrenta a carencias sociales y que, debido a los inadecuados manejos del Estrado, desconfía del sistema, de las instituciones públicas y del gobierno, concuerdan los analistas.
En los últimos 88 años, las juventudes mexicanas han formado parte de un proyecto político. Sólo que conforme fue transcurriendo el tiempo, la claridad del mismo se desdibujó, explica el doctor Hector Castillo Berthier, sociólogo del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en su libro Juventud, Cultura y Política Social (2008).
La creación de diferentes organismos, cambiantes de prioridades, objetivos y estrategias; el ensanchamiento de las burocracias y la rotación permanente de funcionarios, son algunos factores que complicaron, paulatinamente, el diseño de políticas públicas congruentes con las necesidades y demandas de la población joven en México.
De 1930 a 1977, el proyecto político y de desarrollo de lo que es ahora el Partido Revolucionario Institucional (PRI), incluyó a las juventudes de los sectores obrero, campesino, popular y militar para fortalecer sus estructuras y comandar al país.
Entonces hubo afinidad política entre el gobierno y los jóvenes organizados, cocida, al principio, en el bullente clima post-revolucionario e impulsado, después, con el “desarrollo estabilizador” y su idea de crecimiento económico sostenido [1940-1970].
A partir de 1977 y hasta 1997, la plataforma partidista fue incluyendo a los jóvenes como el “brazo derecho del gobierno para el apoyo directo del partido oficial”, hasta desembocar en una separación entre el proyecto de gobierno y los códigos culturales de la sociedad, escribe Berthier.
Es decir, el partido dejó de impulsar a los jóvenes como parte de su plan de desarrollo –bajo la acción del Estado benefactor– para simplemente utilizarlos como combustible de su maquinaria.