“No tenemos a dónde ir, le juro que no tenemos nada”: el drama de 15 familias mazahuas tras el 19-S
Por Redacción/Proceso
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Este lunes será la segunda noche en la que 15 familias pertenecientes a una comunidad mazahua y otomí pernocten en unas canchas de basquetbol del Jardín Ramón López Velarde, en la colonia Roma, a falta de diálogo con autoridades del gobierno local y delegacional.
Y es que, mientras representantes de la delegación Cuauhtémoc aseguran que no hay espacio suficiente para que la comunidad entera se resguarde en algún albergue y que la reubicación no es una tarea para la cual está facultada, el gobierno de Miguel Ángel Mancera retrasó los avances en materia de construcción de vivienda que ya se tenían pactados con los indígenas desde hace siete años y por el que han luchado desde 2010, según denunciaron.
El recorrido por el que han atravesado cerca de 70 otomís y mazahuas –40 niños y 30 adultos– empezó una vez que fueron desalojados el domingo 19 por la tarde de una propiedad privada ubicada en Torres Adalid 1953, donde apenas permanecieron un mes y 20 días.
Supuestamente, el inmueble que ocuparon tras ser desalojados por primera ocasión de Durango 119, en la colonia Roma, se los consiguió una organización no gubernamental a principios de octubre, pero ya será utilizado por los dueños, narró en entrevista para Apro Lázaro García, otomí y vocero de la comunidad.
De acuerdo con su versión, luego del movimiento telúrico de septiembre, el inmueble que habitaban en la calle Durango, desde el 2000 y en condiciones de irregularidad, fue catalogado en color amarillo, pues presentó daños en su cimentación.
Según el Formato de Inspección Postsísmica que elaboró el arquitecto Jesús Romero Escobar y el ingeniero civil Lázaro Mejía Pérez el 28 de septiembre, el inmueble en la colonia Roma sufrió grietas en muros en un 10% y necesita reforzamiento “urgente” en su cimentación.
Por esa razón, la mitad de familias vivió por 15 días en la banqueta inmediata a su inmueble, a ras de piso y la otra mitad, en dos albergues en Durango 54 y Colima 70, mismos que ya fueron desintegrados.
Los mazahuas y otomís son migrantes –en su mayoría oriundos de las comunidades de Santiago Mezquititan, en Querétaro, y San Pedro El Alto, en el Estado de México– que desde hace varios años dejaron sus pueblos por falta de trabajos bien remunerados y las condiciones pobreza en que vivían, comentó Lázaro García.
Desde su llegada a la capital han luchado por obtener una vivienda digna. Apenas en 2010 obtuvieron la expropiación del predio por parte del Instituto de Vivienda del Distrito Federal (INVI), pero los trabajos se detuvieron a falta de recursos.
Para su proyecto de construcción de vivienda de interés social se estimaron entre 10 y 12 millones de pesos.