Feminicidios en Edomex se vuelven una epidemia. El mensaje: no hay sitio seguro, ni hora, ni actividad
Por Redacción/Sin embargo
Algunos de los decesos están causados por malos tratos domésticos. Otros parecen ser casuales, cometidos por extraños. A menudo, los cuerpos suelen aparecer mutilados y abandonados en un lugar público, algo que muchos interpretan como un mensaje para otras mujeres: no hay lugar seguro, ni hora del día, ni actividad.
Villa Cuauhtémoc, México, 12 de octubre (AP).- Como cualquier otro día, la doctora Jessica Sevilla Pedraza acudió a su puesto en el hospital por la mañana, volvió a casa para comer y se marchó de nuevo. El plan era ver a más pacientes, ir al gimnasio y regresar a tiempo para la habitual cena con su padre antes de ir a su trabajo nocturno.
Pero en su lugar, fue una compañera del hospital quien se presentó en la vivienda familiar esa noche. Dijo que un hombre había llegado al centro con una herida de bala en una pierna y le dijo a los médicos que estaba con Sevilla cuando unos pistoleros los interceptaron, le dispararon y se llevaron a la mujer en su propio auto.
“Señora es mi obligación decirle que no encontramos a su hija”, dijo la mujer a la madre de Sevilla, Juana Pedraza.
Dos días más tarde, Pedraza identificó el cuerpo de Jessica, de 29 años, en la morgue. Fue baleada en la cabeza, decapitada y le habían arrancado la piel de la cabeza.
“No logro entender por qué”, dijo Pedraza. “¿Por qué tanta saña? ¿Por qué tanto odio?”
La brutal muerte de Sevilla formó parte de una ola de asesinatos de mujeres que plaga el Estado de México, el más poblado del país con 16 millones de residentes y que rodea a la capital federal por tres partes. La creciente crisis de los feminicidios _ muertes cuyo motivo está directamente relacionado con el género _ llevó al gobierno de la nación a emitir una alerta por violencia en 2015, la primera para un estado.
Algunos de los decesos están causados por malos tratos domésticos. Otros parecen ser casuales, cometidos por extraños. A menudo, los cuerpos suelen aparecer mutilados y abandonados en un lugar público, algo que muchos interpretan como un mensaje para otras mujeres: no hay lugar seguro, ni hora del día, ni actividad.
Una semana antes del asesinato de Sevilla, Mariana Joselín Baltierra, de 18 años, desapareció cuando iba a una tienda a la vuelta de la esquina en Ecatepec, un suburbio de la Ciudad de México. Su cuerpo apareció en una carnicería al lado; sufrió abusos sexuales y fue eviscerada. El sospechoso, un empleado de la carnicería, supuestamente tomó la recaudación del negocio y se escapó. Todavía sigue huido.
En junio, Valeria Teresa Gutiérrez Ortiz, de 11 años, desapareció en Nezahualcoyotl después de montarse en un autobús público para regresar a su casa desde la escuela. Fue hallada muerta en el vehículo abandonado, con parte de su ropa puesta y signos de violencia sexual. El conductor del autocar fue arrestado por el asesinato y tres días más tarde apareció muerto en su celda con un cordón alrededor del cuello.
Oficialmente, el estado de México es el segundo por detrás de la capital de la nación con 346 asesinatos calificados como feminicidios desde 2011, según estadísticas gubernamentales. Dilcya García Espinoza de los Monteros, fiscal estatal adjunta para violencia de género, señaló que este tipo de muertes cayeron alrededor de un tercio entre enero y julio de este año, frente al mismo periodo de 2016, aunque esto no puede considerarse un indicador de mejora.
“No debemos caer en esta danza inacabada de cifras” que hace pensar que cuando hay un incremento en los decesos hay que trabajar más duro y cuando caen ya no hay más que hacer, dijo Espinoza. “El problema es difícil de erradicar porque la violencia contra las mujeres parte de ideas distorsionadas que suponen que las mujeres somos menos que los hombres, que las mujeres pueden ser tratadas como basura”.
La clasificación oficial de “feminicidio” deja bastante espacio a la interpretación, y los críticos señalan que la cifra oficial está incompleta. Muchos delitos violentos como las desapariciones no se suelen reportar ni castigar, y se considera que el estado de México es, a día de hoy, la zona cero en cuanto a asesinatos de mujeres en el país. El Observatorio Ciudadano Contra la Violencia de Género, Desaparición y Feminicidios (Ocmexfem), una asociación sin ánimo de lucro, contó 263 feminicidios solo en 2016.
Antes del estado de México, las miradas se centraban en Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera con El Paso, Texas, que era conocida por los asesinatos de mujeres, con casi 400 desde 1993, de los que apenas un puñado resultaron en condenadas. Los dos lugares son zonas marginales, comunidades periféricas con elevados niveles de crímenes violentos, corrupción e impunidad.
Enrique Peña Nieto, que fue gobernador del estado de México antes de asumir la presidencia del país en 2012, dijo en su discurso sobre el estado de la nación este año que el aumento de estos asesinatos tiene más que ver con la delincuencia común que con el crimen organizado.