La casa se cayó: Santa María Xadani, municipio golpeado por el sismo y olvidado por el gobierno
Por Redacción/Animal político
Habitantes de Santa María Xadani, a unos 20 minutos de Juchitán, reclaman que el gobernador Murat y Rosario Robles solo estuvieron unas horas en el lugar, y que militares no les brindaron ayuda, para recoger escombros u otras labores.
La gente corrió por las calles y el miedo se extendió por Santa María Xadani, Oaxaca, la noche en que un sismo de magnitud 8.2 sacudió la tierra.
Abraham Jiménez y Anselmo Antonio, policías municipales, estaban patrullando cuando las camionetas se apagaron y la luz se fue.
“Corrimos a ver la familia. Aquí hay muchas casas de teja y ladrillos, y muchas casas se estrellaron. La familia ya no quería que saliéramos de la casa porque seguía temblando”, relata Jiménez.
Unos cuantos minutos después, llegó la alerta del tsunami, provocando que miles de habitantes corrieran hacia el cerro que los respalda y que les da su nombre en zapoteco: xadani, pueblo debajo del cerro.
Muchos pasaron la noche ahí, otros frente al palacio municipal, y muchos más en la calle, en sus patios, donde nada pudiera caer de arriba.
Enrique Aquino, su esposa Dalida Jimenez y dos de sus tres hijos, de 16 y 9 años, lograron salir ilesos de su casa de ladrillo y teja, construida por el abuelo de Jiménez hace más de 50 años, antes de que todo se viniera abajo.
“Se bloquea el cerebro. Uno sale porque Dios es grande”, dice Aquino. “La casa se cayó toda”.
Al amanecer, la gente salió a sus campos y terrenos a checar el ganado y sembradíos. Las únicas fuentes de trabajo en el municipio, donde el 85% de la población vive en la pobreza, son el campo y la pesca.
“Pero está jodida la pesca ahorita, no hay camarón ni pescado”, afirma el policía Jimenez.
Durante el primer día, Jimenez y Antonio, quienes apenas llevan tres meses siendo policías, se dedicaron a mantener a la población tranquila junto con los otros policías, que no pasan de veinte. Apoyaron a la gente a sacar las cosas de valor de las casas dañadas.
Pero lo más difícil fue sacar los cuerpos de las dos muertes que se han registrado en el municipio, a causa del sismo: un padre y su hija de diez años. “Estaban enterrados, pues, tuvimos que quitar todo los escombros, la casa que cayó, pues”, explica Antonio.
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