Libertad de expresión y defensa de derechos humanos en la ‘nueva normalidad’
Cencos
Una de las consecuencias más evidentes de la pandemia es que los problemas sociales que ya existían se han profundizado. Esto es, al parecer, un diagnóstico en el que coinciden varias personas. El epicentro de la pandemia ahora se sitúa en América, donde países como Estados Unidos presenta una tasa de desempleo no imaginadas a inicios de año. El impacto en las diferentes áreas de la vida social y económica apenas comienza a mostrar su magnitud.
Los efectos de la pandemia marcarán a toda una generación, pues durante un tiempo indeterminado será necesario aprender a convivir con el virus en lo que ya algunos llaman la ‘nueva normalidad’. El aislamiento en casa representa un lujo para una sociedad tan desigual como la mexicana: cumplir a cabalidad con las medidas para salvaguardar la salud es algo que pocas personas se pueden permitir. Se ha vuelto trágica la dicotomía entre cuidarse y salir a buscar el sustento diario.
Hablar del regreso a una ‘nueva normalidad’ lleva implícita la idea de que nuestra vida era ‘normal’. Sin embargo, ¿es realmente deseable volver al anterior orden de cosas? Además, ¿qué significa regresar a ese estado? Si la historia de la humanidad demuestra que los momentos de irrupción son propicios para generar transformaciones, ¿qué es lo que debe cambiar para establecer una ‘nueva normalidad’, una ‘normalidad diferente’? Que esa normalidad tenga una perspectiva social, que reconozca y proteja la defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos, temas fundamentales para el establecimiento de una verdadera sociedad democrática.
Antes de la pandemia, el panorama no era nada alentador. Hacia finales de abril, Reporteros Sin Fronteras dio a conocer la clasificación de libertad de prensa en el mundo y México aparece allí como el país más peligroso para ejercer el periodismo en el continente. Con respecto a la defensa de derechos humanos el escenario tampoco era muy diferente y lo más preocupante es que ha empeorado en las últimas semanas, pues esta labor no fue incluida dentro de las actividades esenciales del país. La Red Todos los Derechos para Todas y Todos (Red TDT) publicó recientemente un comunicado conjunto en el que diversas organizaciones de la sociedad civil denuncian el recrudecimiento de los ataques contra personas defensoras de derechos humanos en el contexto del aislamiento.
A pesar de estas adversidades, las personas defensoras y periodistas siguen activas. Por ejemplo, la Organización Casa de las Muñecas Tiresias, liderada por su fundadora Kenya Cuevas, expuso en la segunda mesa de diálogo organizada por Cencos los retos que enfrentan actualmente la comunidad LGBTTTIQ+, las poblaciones en situación de calle y las personas usuarias de drogas. Señaló que es lamentable la ausencia de ayudas y pronunciamientos de autoridades oficiales. Cuevas y su organización levantaron la Casa Hogar Paola Buenrostro de forma inmediata para apoyar a mujeres trans que ejercen el trabajo sexual y que, de un día a otro, se quedaron sin hogar y sin trabajo por el cierre de hoteles y pensiones, producto de la contingencia.
Jade Ramírez, integrante de Periodistas de a Pie y fundadora del sitio Perimetral, recordó en la mesa que la desigualdad, reflejada en la falta de acceso a servicios de salud o agua potable en algunas comunidades, es un tema que los y las reporteras han venido documentando desde hace ya bastante tiempo. Para ella, el trabajo periodístico requiere hoy, especialmente, de una rigurosa y cuidadosa verificación de la información oficial, que por demás en ocasiones es de difícil acceso. El gremio ha tenido que reinventarse ante la pandemia y sumar, a la ya difícil situación de seguridad, el autocuidado debido al peligro que supone cubrir y salir a reportear en medio de una pandemia.
Dos ejemplos puntuales que demuestran por qué es importante apostarle a la construcción de un escenario social diferente, que privilegie la libertad de expresión y la defensa de derechos humanos. En esta tarea las personas defensoras y periodistas juegan un rol fundamental, pues además de promover una sociedad más justa e informada, son los nodos para la creación y fortalecimiento de la participación ciudadana, así como de redes de apoyo y de diálogo para esa nueva realidad.