No hay paz para las madres de las hijas asesinadas de Ciudad Juárez
José Ignacio Martínez Rodríguez/El País
La ola de feminicidios que ha azotado históricamente a esta ciudad deja dolor, heridas sin cicatrizar y una impunidad que se extiende a todo el país y siembra desesperanza.
Dice Elia Escobedo que ya se ha cansado de luchar. Que 20 años son muchos. Que, a sus setenta y tantos, lo que quiere es descansar en su casita, con su familia, sin que los fantasmas del pasado vayan a visitarla. Que su memoria, las fotos enmarcadas por algunas dependencias de su vivienda en Juárez, ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos, y el mural con la cara de su hija que adorna la puerta exterior de su parcela son suficientes para no olvidar la llamada que recibió aquel 22 de septiembre del 2002, hace ahora algo más de 18 años. “A mi Ericka la encontraron muerta, tirada en San Lorenzo, ahorcada, drogada y violada. El lugar donde la hallaron estaba lleno de basura y yerbas altas, grandes… Allí cerquita la tiraron. La levantaron el 21 por la noche y al día siguiente, sobre las cuatro, fueron a decírmelo para que la identificara”, recuerda.