La CIDH y la ONU insisten en una nueva investigación del ‘caso Iguala’
Redacción / El País
Las nuevas generaciones de Ayotzinapa gritan por las anteriores. Y gritan fuerte. Este lunes, un centenar de estudiantes normalistas bajaron el camino de entrada a la escuela vociferando las viejas consignas, todas en recuerdo de sus compañeros desaparecidos: “¡Vi-vos se los lle-va-ron, vi-vos los que-re-mos!”. Era la bienvenida a la misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que venía a presentar su nuevo informe al centro.
Los 43 siguen presentes en la vida cotidiana de la escuela. A cuatro años de su desaparición, el patio sigue adornado con el recuerdo de los ausentes. Afiches enormes cuelgan del techo de la cancha de baloncesto, cada uno con la cara de uno de los muchachos, 43 carteles: Jorge Luis González, Antonio Santana, Leonel Castro… En la entrada, la consigna se ha convertido en parte de la fachada. Unas piedras enormes con forma de letra, de rojo colorado -V-I-V-O-S…- han cambiado su fisionomía.
La visita de la misión de la CIDH les ha dado ánimos a las familias y a las nuevas generaciones de estudiantes. Han sido cuatro años de dolor, de no saber dónde están los suyos. Y cuatro años, también, de pelea con la fiscalía mexicana. De un lado, las familias, sus abogados, la CIDH, la ONU, hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos, todos reunidos este lunes en la escuela. Del otro, la Fiscalía y el Gobierno de Enrique Peña Nieto. Y en el fondo un gran dolor, una ausencia que revela las fallas de la procuración de justicia en México.
El desencuentro es total y viene de largo. La principal diferencia atañe nada menos que a la vida de los estudiantes. La fiscalía defiende que los muchachos murieron asesinados y sus cuerpos fueron quemados en un basurero. Las familias, la CIDH, etcétera, que no hay pruebas de que eso ocurriera.