¿Por qué tendría que importarme que la procuraduría pasará a ser fiscalía?
Ixchel Cisneros Soltero
Seguro escuchaste la discusión sobre la creación de una fiscalía eficaz, autónoma e independiente.
Pero eso a mí, ¿en qué me afecta?
¿Por qué tendrías que exigir una institución así? Si alguna vez fuiste víctima de un delito e intentaste denunciar, sabes que es un camino lleno de piedras. Tardado, violento y sin un final feliz.
Quien te robó el celular, quien te asaltó en el transporte público, quien te acosó o abusó de ti, quien desapareció o mató a un familiar, lo más probable es que siga libre y tú no hayas obtenido justicia.
Pero, ¿por qué?
Pues, en la mayoría de las ocasiones, quien labora en las procuradurías no hace bien su trabajo.
No colecta las evidencias correctamente, no escucha a las víctimas, no busca a los desaparecidos, no arma correctamente los expedientes, no le da seguimiento al caso o cuando detiene a un presunto culpable lo tortura para que se incrimine –y con esto el detenido tiene la oportunidad de salir libre–.
Siendo honestos, mucho de esto sucede porque no están capacitados, tienen demasiado trabajo, la burocracia les ha consumido o tienen vínculos con el crimen y el poder político.
Ahora tenemos una oportunidad invaluable. Podemos dar el salto de las procuradurías a fiscalías, y que esto no signifique nada más cambiar el nombre, que realmente construyamos una institución donde obtengamos justicia.
Entonces, ¿qué debemos exigirle a la clase política?
Que en un proceso transparente y con la participación de la ciudadanía nombre a un fiscal general que no tengan vínculos con el poder político ni con el crimen, y que sea una persona que puedan probar su autonomía, independencia, conocimiento y honradez.
Que se capacite a los funcionarios, se despida a quienes están corrompidos y contrate perfiles especializados capaces de poner en el centro a las víctimas, investigar los delitos y respetar la ley.
Que el presupuesto asignado para la institución sea realmente utilizado en nuestro beneficio; que quien sea cachado participando en un acto de corrupción sea investigado, despedido y juzgado.
Y por último pero no menos importante, que nos rindan cuentas, que nos digan qué están haciendo con nuestros recursos, cuáles han sido sus resultados.
Para empezar a empoderarnos como ciudadanía tenemos que exigir y darle seguimiento a nuestras peticiones hasta que se hagan realidad. No se trata de soñar, ellos trabajan para nosotros.