¿Por qué salimos las mujeres a marchar?
Por Viridana Ramírez (@yavirarom)
El pasado 8 de Marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, por lo que miles de nosotras salimos a marchar a las calles de la Ciudad de México para exigir algo que parece inalcanzable: igualdad social.
El Artículo 4º de la constitución indica que hombre y mujer son iguales ante la ley y que ésta deberá establecer mecanismos e instituciones para garantizar que esto suceda, para promover la equidad de género. Pero esto no se ve reflejado en nuestro día a día: las escasas oportunidades y el nulo reconocimiento nos han colocado en una situación de inequidad y vulnerabilidad.
El caso de las trabajadoras del hogar es un ejemplo de la desigualdad entre hombres y mujeres. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2016, en México hay 2.3 millones de personas que se dedican al trabajo del hogar remunerado, de las cuales 95% son mujeres. También señala que los hombres que se dedican a lo mismo gozan de mejores condiciones laborales y perciben hasta dos salarios mínimos más que una mujer.
Esto se suma a la precariedad de un trabajo que ni siquiera es reconocido como tal, y en donde las personas son sometidas a jornadas de hasta 12 horas, sin derechos laborales, seguridad social, contrato, garantía de pensión o posibilidad de ahorro.
Para que una mujer trabajadora del hogar pueda romper esta brecha y tener una valoración de su trabajo es necesario modificar leyes, y crear reformas, pero ¿cómo se van a modificar y crear nuevas si ni siquiera podemos tener seguridad y respeto en nuestros espacios?
La desigualdad laboral es un grave problema, sin embargo, la violencia y agresiones hacia la mujer cobran un papel fundamental en la búsqueda de la equidad de género, ya que en los últimos 10 años este tipo de violencia no ha disminuido.
Según ONU Mujeres México el feminicidio ha alcanzado proporciones alarmantes en México, pues se estima que en los últimos 25 años ocurrieron más de 35 mil defunciones de mujeres con presunción de homicidio.
En la mayoría de los casos en los que una mujer es encontrada sin vida la investigación no inicia con perspectiva de género y es muy difícil que sea tipificada como feminicidio, en principio, porque en muchas ocasiones las autoridades no distinguen entre un homicidio y un feminicidio. Eso es fundamental: no son lo mismo. Las mujeres son asesinadas por razones de género.
Un feminicidio, según el código penal federal de México, se considera como tal cuando, entre otras características, la víctima presenta signos de violencia sexual, se le infligió lesiones o mutilaciones degradantes, o su cuerpo fue expuesto en un lugar público.
Por eso las mujeres salimos a marchar, porque en nuestra pelea por condiciones laborales dignas también nos topamos con una enorme pared de concreto, que es la violencia cotidiana que nos impide caminar libremente por la calle.
Es fundamental garantizar espacios seguros, acciones para prevenir y erradicar la violencia de género, además de que se incorpore la perspectiva de género para que podamos hacer frente a los desafíos sociales, políticos y económicos de nuestro país. Es muy largo el camino que nos falta por andar: las estadísticas han demostrado que en lugar de tener un avance nuestros pasos van como los de un cangrejo.
Me gustaría que no sólo el 8 de Marzo se hablara de este tema, y que no sólo ese día los hombres se digan empáticos con nosotras. Me gustaría que esto fuera siempre: que en casa se eduque de igual manera a niños y niñas, dándoles la capacidad a ambos de ser sensibles o fuertes, que los hombres se incomoden cuando escuchan un comentario machista y que la sociedad se moleste cuando una de nosotras sea agredida.
Me gustaría que al caminar y ver a un hombre detrás de mí no me invada una angustia de lo que me pueda pasar y que al salir con falda nadie intente ver por debajo de ella.
Me gustaría no tener que seguir saliendo a las calles para exigir espacios seguros en donde las mujeres podamos caminar libres, no seguir saliendo para hacer ver algo que de por sí es evidente: que no hay igualdad laboral. Me gustaría que llegue un día en el que haber alzado nuestra voz sirva para hacer efectiva la igualdad, para que sea una realidad y no un reclamo.
Este texto fue publicado originalmente en The Mexican Times