Las terapias de conversión, el insistente ataque a la comunidad LGBTTI
Por Redacción/Animal Político
Asociadas con grupos conservadores, las terapias de conversión en centros de reclusión se mantienen a pesar de violar derechos y poner en riesgo la vida de personas de la comunidad LGBT, denuncian activistas y víctimas.
Varios hombres arrastraron a Fabiola del Castillo, una mujer transexual de 22 años, hasta lo que sería su habitación en el “anexo”, como se les conoce a los centros de reclusión para personas con problemas de alcohol o drogas.
Le entregaron camisas y bóxers de varón, y comenzaron los días en que escuchó una y otra vez que su identidad de género está errada.
“En una de esas juntas, sin estar alcoholizada ni drogada, fue donde entraron a media junta y dos de los padrinos me agarraron de las manos, entraron al cuarto, me quitaron zapatillas, bolsa y todo (…) ahí adentro y sin poder comunicarme con nadie. ¿Cómo podía yo defenderme?”, narra.
Ella sólo llegó a una plática a un anexo del municipio de Veracruz, a la que su papá insistía que fuera, pero terminó tres días privada de la libertad e incomunicada, mientras intentaban convencerla que ser una mujer transexual es un error.
Gritos que hacen llorar, encierros contra la voluntad repletos de amenazas, exhibición frente a toda la feligresía, terapias para “curar” algo que no es una enfermedad.
Todas estas estrategias son parte de los “procedimientos” para personas de la diversidad sexual o colectivo LGBTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Intersexual), que de acuerdo con la activista Jazziel Bustamante se han incrementado debido a los campañas de grupos conservadores y religiosos.
“La homosexualidad no es una enfermedad, la transexualidad tampoco lo es aunque algunos siguen patologizándola (…) Las iglesias están dando estas terapias y también es preocupante que pseudocientíficos estén diciendo que la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, está relacionado con las filias”, sentencia.
Para ella la oferta de estos supuestos tratamientos conlleva riesgos muy graves pues en algunos viven tortura y, aún en los que no, la falta de aceptación de desconocidos, familia, amigos y presuntos especialistas puede derivar en padecimientos mentales e inclusive intentos de suicidio.