Toño murió en Palacio de Hierro durante el sismo, su familia no recibió ayuda ni para el funeral
Por Redacción/Animal político
Toño fue una de las dos personas que murieron en el sismo del 19 de septiembre en las instalaciones de Palacio de Hierro de la calle Durango. Ahora, su pareja, sin recursos para contratar a un abogado, exige que las autoridades esclarezcan la muerte de Toño por presunto homicidio culposo.
Doña Esperanza López llega a la entrevista empujando una destartalada carriola de aspecto frágil, en la que transporta varias bolsas de plástico con chicles baratos, paletas, y algunas cajetillas de tabaco.
-Hola, yo soy la pareja de Toño –la mujer de unos 40 años se presenta con un apretón de manos tibio, casi sin fuerza, para luego pedirle a su hija Miriam, una joven que apenas rebasa la mayoría de edad, que se haga cargo de sus dos hermanos; un niño de cinco años y una niña de nueve que no paran de corretear por un parquecillo ubicado entre la avenida Salamanca y la calle Durango.
Precisamente, a unos metros de ese parque, en la sucursal que la tienda Palacio de Hierro tiene en la calle Durango, murió en el sismo del 19 de septiembre el esposo de Esperanza. Un hombre de 33 años que se llamaba Lorenzo Antonio Eulogio Hernández, pero al que todos conocían como ‘Toño’ desde hace 10 años, cuando empezó de muy joven a trabajar como ‘viene-viene’ en la colonia Roma, y luego pasó a ser ayudante de taquero tras la llegada de los parquímetros.
Junto a Toño, otra mujer de 28 años también perdió la vida en el estacionamiento de la tienda, luego de que una marquesina colapsara y cayera sobre ambos. Dos muertes que Palacio de Hierro sí reportó a las autoridades, pero no a la sociedad, tal y como informó Animal Político en una nota el pasado 5 de octubre, en la que dio a conocer que la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México abrió una carpeta de investigación por homicidio culposo sobre este caso.
Sin mediar palabra, doña Esperanza abre la cremallera de un morral azul, y saca su celular para mostrar la fotografía de un hombre de mirada serena, nariz y labios prominentes, tez cobriza, y una leve barba de chivo brotándole por la barbilla.
-Cuando Toño vivía yo limpiaba casas solo dos veces por semana, porque la verdad no tenía necesidad de trabajar más. Él era una persona muy chambeadora y tenía un empleo digno vendiendo tacos –explica Esperanza sin despegar la vista del celular.
Ahora, lamenta mientras cruza los brazos sobre una ajada blusa de color azul agua salpicada de lunares negros, la mujer dice que no sabe qué va a hacer para mantener ella sola a sus hijos cinco hijos –dos son de Toño-, sin un trabajo fijo, y sin el aporte de quien era el principal sustento de la familia.
-Desde que él murió estoy vendiendo lo que puedo por la calle. ¿O qué otra cosa puedo hacer? –pregunta Esperanza, que invita al reportero a echarle un vistazo a la ‘mercancía’ de chicles y cigarros que aún tiene que vender antes de regresar en el metro a Iztapalapa, donde renta una casa que no sabe por cuánto tiempo podrá mantener. Además, añade, no le queda más remedio que llevar a sus hijos con ella. Al menos, hasta que las escuela donde estudian repare los daños sufridos por el sismo y reabra sus puertas.
En este punto de la plática, el periodista le comenta a Esperanza que según asegura Palacio de Hierro en un comunicado, la tienda sí buscó a las familias de las dos víctimas, con quienes dicen haber mantenido “una comunicación constante” desde el suceso.