Por Eduardo Espinosa
@espinosamx
Esta nota se publicó originalmente en The Mexican Times el 8 de junio de 2017.
El domingo me fui a dormir con una resaca existencial, el PRI ganó nuevamente en Estado de México. Si bien hay muchos análisis sobre las artimañas que los partidos usaron para ganar votos, se ha dejado de lado lo que significa en materia derechos humanos que este partido continúe en el poder.
Más allá de los retorcidos ideales de los partidos políticos existen marcos jurídicos que deben respetarse, pues estas son las vías que se han fijado para que los ciudadanos puedan acceder plenamente a sus derechos, y en el Estado de México parecen no reconocerlas ni tener intención de hacerlas valer.
Para comprobar lo anterior echemos un ojo en los siguientes datos:
-El Observatorio Ciudadano en Contra de la Violencia de Género, Desaparición y Feminicidios en el Estado de México reportó 236 posibles feminicidios en 2016, siendo la entidad con mayor número de casos en el país.
-En la Encuesta Nacional de Percepción sobre Seguridad Pública del INEGI se dio a conocer que el Estado de México se ubicó como la entidad con el mayor porcentaje de ciudadanos que se sienten inseguros con el 90.7%.
-Según el COVENAL el 49.6% de los habitantes del Estado de México vive en situación de pobreza, y de este el 7.2% en extrema pobreza.
-De acuerdo con el Índice de Impunidad Global México, en 2016 el Estado de México registró 76.48 grados de impunidad ocupando el tercer lugar solo por debajo de Michoacán y Quintana Roo.
-El Índice de Desarrollo Humano Municipal en México (PNUD) concluyó que “Si se compara el desempeño de los municipios con mayor y menor desarrollo, es posible reconocer que en el Estado de México coexisten condiciones de desarrollo similares a las de Qatar y Ghana”.
Estos son algunos de los datos que nos dibujan la realidad del Estado que ha sido gobernado por el mismo partido 82 años continuos, aunado a esto -y lo más preocupante- es que en el contexto de las elecciones los diversos actores llevaron los debates al juego de las propuestas sin fundamentos, demostrando que ninguna de las opciones a votarse tiene un interés legítimo de solucionar a fondo los grandes conflictos, al menos en el dialogo.
Resolviendo el título de la columna, los mexiquenses nos encontramos en medio de un dilema: al ser unos de los estados más importantes para acceder a la silla presidencial hemos sido rezagados al campo de batalla entre los partidos políticos y en el que solo votamos al ganador, sin que esto represente una modificación en las condiciones de la población.
La permanencia del PRI es un duro golpe al ejercicio pleno de los derechos humanos, esta opción ha dejado claro que la ciudadanía no es de su interese y que sólo busca mantener el peso político que representa la entidad.