Lesvy: feminicidio sin acceso a la justicia
Por Viridiana Ramírez
@yavirarom
Esta nota se publicó originalmente en The Mexican Times el 20 de julio del 2017.
El cuerpo de Lesvy fue encontrado sin vida en una cabina telefónica con rasgos de violencia, el 3 de mayo, en las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, y es un caso que hasta el momento sigue sin tener claridad y transparencia. Ante lo sucedido, la Procuraduría General de la Justicia de la CDMX mandó un tuit desde su cuenta en donde señalaba que Lesvy había estado consumiendo alcohol y drogas; muchos entendieron este argumento como una justificación de su muerte.
La indignación no se hizo esperar, pues no se puede criminalizar a la víctima tratando de estigmatizarla, juzgando sus actos y forma de vivir como los responsables de su fallecimiento, sin preocuparse por hacer las investigaciones pertinentes y resguardar las evidencias.
Hace una semana, el diario El País presentó un video en donde la madre de Lesvy describe evidencia de las cámaras de seguridad de la UNAM; en las grabaciones se observa que el novio de Lesvy la agrede en diversas ocasiones: le da un cadenazo en el rostro, la agarra fuertemente del cuello y forcejean cerca de la cabina telefónica. Más tarde golpea al perrito de Lesvy y se retira solo del campus.
El cuerpo de Lesvy tenía marcas en los brazos, en las piernas, dos hemorragias internas en la cabeza, además de restos de ADN del novio en las uñas, y a pesar de estas evidencias de violencia en contra de Lesvy, el Ministerio Público vinculó al sujeto por homicidio simple por omisión, que significa que se le acusó por “no hacer nada para evitar que Lesvy se suicidara”.
Las autoridades no están siendo responsables en el cumplimiento de la justicia y están omitiendo las pruebas y acusaciones en contra del novio. Además, el caso no ha sido investigado ni procesado debidamente como feminicidio. El artículo 325 del código penal federal señala que “comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género”; y se considera que existen razones de género cuando se presentan signos de violencia sexual y lesiones, si existen antecedentes de violencia por parte del agresor hacia la víctima, si hubo amenazas, si la víctima tenía algún tipo de relación sentimental, afectiva o de confianza con el agresor, si se le privó de contacto, o si el cuerpo fue expuesto en lugares públicos.
El homicidio simple doloso se castiga entre 8 y 20 años, un feminicidio se castiga de 40 a 60 años, es clara la diferencia por la cual es inaceptable la sentencia de la Procuraduría. Se tiene que estipular que la muerte de Lesvy fue un feminicidio, integrar a la carpeta de investigación las pruebas; como son las marcas de violencia que presenta su cuerpo, las grabaciones de las cámaras de seguridad, los testimonios de conocidos, para poder así tener una resolución con congruencia.
En este caso también ha sido muy señalada la relación que existe entre el novio de Lesvy y Marco Antonio Domínguez, Director General de Personal de la UNAM, pues según algunos medios universitarios el papá del novio de Lesvy era hombre de confianza del director. No sería la primera vez que las influencias sean más importantes que el cumplimiento de la justicia y la protección de los ciudadanos.
Según la abogada del caso, Sayuri Herrera, hay aproximadamente 22 casos de mujeres asesinadas en 2017, en la Ciudad de México, que no han sido investigados bajo los protocolos de perspectiva de género. Y existe un factor en todos estos casos y el de Lesvy: la participación del fiscal Marco Enrique Peña, al dictar sentencia y resoluciones del caso.
Y toda esta impunidad, omisión, desacreditación de la víctima, y fallas en el proceso son también parte de un sistema que busca a toda costa mantener una imagen y ocultar cifras. El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio actualmente estima que la cifra de homicidios violentos en contra de mujeres del 2000 a la fecha podría superar los 30 mil, además de que 24 entidades tienen alerta de género.
Necesito un país en donde pueda caminar libremente por la calle, sin tener miedo de que alguien pueda agredirme, sentirme segura de que si eso llegara a suceder se haría justicia por mi muerte, que no se me señalaría por lo que me gustaba hacer o mi manera de vivir para utilizar eso como una justificación, que mi madre no tenga que estar luchando contra un sistema lleno de impunidad y corrupción para que se castigue a mi agresor sin importar a quien conozca o quien sea su familiar.