Esta nota se publicó originalmente en The Mexican Times el 19 de enero de 2017.
Esta semana la periodista Carmen Aristegui y su equipo de investigación, volvieron “al aire” luego de su abrupta salida de MVS cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto aún se encontraba en medio de una tormenta mediática, luego de hacerse pública la investigación sobre la Casa Blanca de Sierra Gorda 150, en las Lomas de Chapultepec.
Su regreso resulta sumamente significativo; y es que cuando los concesionarios de las señales propiedad del Estado -y por ende, de todos los mexicanos- parecían negar el espacio a una voz tan crítica a pesar de haber sido titular de la emisión radial más escuchada en los últimos años, el mensaje era claro: las puertas de los medios tradicionales estaban cerradas para este tipo de periodismo.
El que una de las periodistas con más credibilidad y relevancia en el país transmita ahora su noticiero a través de internet, no sólo habla de las pocas oportunidades para el periodismo crítico y frontal en los medios tradicionales, también representa la legitimación del medio.
La importancia de portales de noticias es innegable, y hoy más que nunca podemos palpar dicha relevancia con investigaciones como la de Animal Político, que luego de exponer empresas fantasma de Javier Duarte derivaron en que el ex gobernador de Veracruz hoy sea prófugo de la justicia. Sin embargo, un noticiero transmitido en exclusiva por internet es un proyecto completamente distinto, y una de las apuestas más importantes para el periodismo, más aun en el contexto que vivimos en México.
El nuevo medio no sólo elimina al concesionario, al empresario, como proveedor, intermediario y última línea editorial, también abre el camino a una nueva generación de periodistas y profesionales de la información en un país en que los medios tradicionales en muchas ocasiones trabajan protegiendo, en menor o mayor medida, intereses particulares.
Y cuando el noticiero de Carmen Aristegui es transmitido a través de internet, los argumentos de las viejas generaciones para desacreditar el medio se vuelven aún más obsoletas. Si el proyecto resulta exitoso, como auguran los niveles de audiencia conseguidos en sus primeras emisiones, podríamos ser testigos del surgimiento de nuevas fuentes de información, con nuevos actores y con menos compromisos a la hora de definir contenido o formas de abordar la noticia.
Olvidémonos del prejuicio de que los contenidos en internet inherentemente carecen de credibilidad, de que tienen que ser legitimados por el nombre de un medio tradicional. Bienvenida esta nueva era.