Por Ixchel Cisneros
@Chelawera
Esta nota se publicó originalmente en Huffington Post México el 28 de noviembre de 2016.
“Toda vez que buscamos a nuestras hijas e hijos, también buscamos a los suyos”.
En mi trabajo, dentro de una organización de la sociedad civil, me ha tocado ver casos atroces y aterradores de violaciones a los derechos humanos. Pero nada me ha apachurrado más el corazón que las madres buscando a sus hijos e hijas desaparecidas. A lo mejor es porque igual que ellas tengo hijos y no concibo mi vida sin mis cachorros.
La primera vez que las conocí fue el 10 de mayo de 2014 en una marcha. Ellas, miles de mujeres, tomaron las calles para recordarnos que, ese día, no tenían nada que festejar. Que su vida no era la misma desde que llevan un vacío en el alma, desde que cargan con una ausencia.
Fue ahí cuando comprendí por qué recorren todos los rincones del país, por qué se convirtieron en investigadoras que siguen pistas, en peritos que buscan restos, en administradoras que juntan dinero y ofrecer recompensas, en cabilderas que van al Congreso y negocian leyes. Para ellas, el mundo tiene otro significado desde que desconocen el paradero de sus hijas e hijos, y nunca será el mismo, hasta saber qué les ha ocurrido.
En aquella ocasión, recuerdo que me decían: “La desaparición es un problema de todos y todas y si no lo frenamos, llegará el día en el que toda familia tenga a un integrante sin localizar”.
El pasado jueves 24 de noviembre se llevó a cabo un evento lleno de sentimientos. Madres integrantes del Movimiento por nuestros desaparecidos en Méxicorecibieron en el Hemiciclo a Juárez en la Ciudad de México a la Caravana de Madres Centroamericanas de migrantes desaparecidos.
En el piso, una lista de nombres que iba desde la Alameda Central hasta Bellas Artes, nos recordaba que son muchos los ausentes.
Ahí, ellas se abrazaron, platicaron, acompañaron y tomaron juntas una pancarta que decía: “De corazón a corazón”. No se conocían pero eran hermanas de dolor.
“Como familias mexicanas que buscamos a nuestros seres queridos, conocemos bien la angustia y desesperación que pasan estas madres hermanas al no saber nada de su hija o hijo; conocemos bien la frustración cuando las autoridades no responden. Como Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México pedimos al gobierno mexicano que deje de simular y reconozca el grave problema de las desapariciones forzadas y desapariciones por particulares que hay en nuestro país y asuma su responsabilidad, tanto con las madres mexicanas, como con las centroamericanas”, decía en el comunicado.
Lamentablemente, cada año son más las mamás que marchan el 10 de mayo y también ha aumentado el número de madres que viajan de Centroamérica. La cifra oficial es de 25 mil personas desaparecidas y el Movimiento Migrante Mesoamericano menciona 70 mil migrantes desaparecidos en nuestro país.
Si esto como sociedad no nos conmueve y no nos hace reaccionar, no puedo pensar en qué podría hacerlo. Son casi 100 mil familias rotas, casi 100 mil madres que gritan: “Vivos se los llevaron y vivos los queremos”.